El sol me brilla en la cara, el olor de tu tabaco penetra mi piel y se enrieda en mi pelo enredado. Es mediodía y vos me das un beso tan suave que ya no quiero moverme nunca más; no quiero lavarme los dientes, no quiero borrar de mi boca tu gusto a cigarros.
La puerta cruje. Apenas percibo los pasos que te alejan de mí, que te llevan al jardín de los jamases. Y cuando huelo café me da pena haberte amado así, tan poco.
Ah si. a veces pasa.
ResponderEliminar